—¡Shen Ying! —exclamó Lonemoon, fulminándola con la mirada—. Más te vale que no te venga la bondad repentina ahora.
—Um… solo quería indicar que, se te olvida una —Shen Ying le dio un mordisco a su fruta, para luego señalar a Zhi Lin a un costado.
La cara de Zhi Lin palideció al instante, mirándolos a todos con incredulidad. —Hermana Shen…
Comenzaron a brotar lágrimas de sus ojos, viéndose muy dolida, podría estallar en llanto en cualquier momento.
—De verdad… —al decir esto, Shen Ying ladeó su cabeza, todavía mostrando una actitud lánguida, con sus ojos entrecerrados—. Me gustan mucho las flores de loto blancas; es solo que no me gustan aquellas con corazón negro.
Las cejas de Lonemoon se juntaron.
—¡Gordito, échala junto a los demás!
—Sí, Maestro.
Gordito solo pudo devolverse para arrastrarla.