Todos entonces ahuecaron sus puños y asintieron para luego contestar:
—Sí, Maestro —Zi Yu también había retrocedido, pero sus ojos todavía mostraban resentimiento.
Shen Ying ni siquiera les prestó atención tampoco, solo siguió disfrutando de su comida, entonces… silenciosamente amplió su tiempo habitual para comer de una a dos horas.
Hasta sacaba algunos platos de pasteles de vez en cuando, para comer mientras caminaba. Escogía especialmente los más fragantes y crujientes. Un crujido en un bocado venía con un toque de fragancia, otro crujido, otro toque de fragancia. Era tan atractivo que aquellos discípulos de más adelante, que afirmaban haber dominado la liberación del grano, no podían evitar mirar hacia atrás repetidamente, hasta el número de bestias demoníacas pareció haber aumentado.
Gordito, que era quien estaba más cerca, observaba.