Las manos de Shen Ying temblaban al leer las palabras en el papel. Tomaba cada onza de su fuerza de voluntad para no lanzar el papel al piso. Miraba fijamente hacia la nada, su cara se volvía roja, luego pálida, luego verdosa, y luego púrpura. En sólo unos segundos, estaba completamente curada de su parálisis facial a largo plazo.
—¿Shen Ying? —Lonemoon le dio un codazo mientras ella permanecía plantada en su lugar—. ¿Qué pasa? ¿Qué dice la carta? —no pudo evitar inclinarse hacia adelante para echar un vistazo de lo que decía la carta.
Shen Ying retrajo sus manos y dio un largo suspiro. Entonces, su expresión cambió. De repente, le sonrió cariñosamente al Dios Demonio. Revoloteó sus pestañas y endulzó su voz.
—Señor Dios Demonio, ¿Puedo preguntar si hay algún otro modo en que le pueda ayudar? ¡Olvídese de combinar los dos reinos, aunque quiera combinar cuatro, cinco, seis, o siete reinos con los Tres Reinos, le ayudaré! ¿Quisiera intentarlo?
