—Padre Niu, ¿estás bien? —preguntó Shen Ying.
—Sí —respondió Lonemoon—. No moriré —sus huesos inmortales se habían formado, pero agotó todo su Qi Inmortal para defenderse contra ese 82do golpe del relámpago divino. Ahora que las cosas se han calmado, él no estaba en condiciones de nada. Todo que temía era que sus huesos inmortales recién formados se rompieran. Este reino no tenía ni un poco de Qi Inmortal. No podía curar sus huesos, aunque quisiera.
—¿Chef, tienes alguna idea? —Shen Ying le preguntó a Yi Qing, que estaba de pie detrás de ella. Miraba a Lonemoon y sabía que sólo aparentaba estar bien.
Yi Qing asintió.
—Déjeme curar sus meridianos primero.
Se sentó detrás de Lonemoon y activó su Qi Espiritual. Una luz dorada emanó de Lonemoon. Después de unos minutos, el color volvió a su rostro. En efecto, se veía mucho mejor. Las heridas que se formaron de la tribulación del relámpago lentamente se curaron.
