La puerta del reino se había abierto.
Bai Ze no podía creer lo que Yi Feng le relató. Después de todo, lo habían estado intentando por decenas de miles de años. Solo lo creyó cuando vio la apertura blanca flotante, que era tan alta como un ser humano. Sintió un aura familiar, el aura de la raza divina de la que se había lamentablemente separado por todos estos años.
Era, efectivamente, la puerta que llevaba al Reino Divino.
¡Pero por qué ahora, justo ahora!
(⊙_⊙)
¿Él…, no quiere volver?
Bai Ze no estaba no estaba ni una pizca de feliz. En lugar de eso, estaba a punto de largarse a llorar. Acababa de regalar la Flor de Espíritu Negro y había decidido quedarse en este reino. ¿Por qué se abrió ahora la puerta del reino?
—Maestro espiritual, es esta… —preguntó Yi Feng con entusiasmo.
Bai Ze caminó hacia la apertura y asintió:
—Sí.