—¡Lo envenenaste! —el anciano Sewell estaba tan furioso. «Te estaba sanando diligentemente y casi trabajé hasta la muerte, pero ¿estás diciendo que envenené la leche? Siguieron pidiendo leche desde todas las direcciones; ¿¡cómo puedo darles leche a todos a la vez!?»
—¿Qué hacemos ahora...? —las almas parecían malhumoradas en el cementerio.
—¿Qué podemos hacer...? ¡Correr de regreso y recuperar nuestros cadáveres!
- Diez minutos después -
—¡Leche! ¡Más leche!
—¡Cómo es que no puedo sentir los efectos curativos en absoluto!
—¿¡Dónde está la leche!? ¿¡Nos está sanando!?
—…
Las cinco almas se reunieron en el cementerio de nuevo.
—... ¿Qué hacemos ahora? —el pícaro tenía ganas de llorar.
—Esta curación... ¡era casi inexistente! —el guerrero enano se quejó.
—Yo... —el pícaro preguntó tentativamente— Mi tiempo de juego está casi terminado. ¿Deberíamos parar ahora y volver a intentarlo la próxima vez?
