Al ver al equipo de caballeros divinos del palacio, Elina que subió al punto más alto del techo se estremeció y casi cayó al suelo.
Sin embargo, se congeló cuando todos a su alrededor gritaron ferozmente que todos eran asesinos.
El caballero capitán Glass, que llevaba la armadura del palacio divino también se congeló.
—¿¡Cómo es que hay tantos asesinos!?
—Señor Glass, ¿¡qué deberíamos hacer ahora!? —un caballero preguntó en voz baja.
—…
…
—¡Maldita sea! —mientras salía de la Unión de Mercenarios, Glass parecía sombrío.
Como capitán de la legión de caballeros del palacio divino local, fue responsable de atrapar a los asesinos escapados.
A pesar de los muchos privilegios que disfrutaban, los sacerdotes y misioneros que estaban aquí para difundir su religión no tenían el derecho de ignorar las leyes locales.
