Dentro de la sala de control principal, Kuwako Yamamoto se paró en silencio frente a la consola principal, mirando al angustiado Zhu Long y su equipo a través de las imágenes holográficas. Ella exhibió una sonrisa. Ya era una belleza, para empezar, y la sonrisa flotante añadió un encanto mucho más profundo a su apariencia.
Desafortunadamente, no había ningún hombre cerca, solo Teng Nu, un ser sensible que aún no había conocido el camino del mundo. Sin embargo, justo cuando sus ojos escanearon inadvertidamente las imágenes holográficas junto a ella, una repentina mirada de sorpresa apareció en sus ojos.
—Bueno, ¿los hindúes?