Era un espacio árido. Parecía no haber nada más que pedazos de meteoritos destrozados. Olvídense de cualquier señal de planetas, no había restos ni vida.
Había poca luz a su alrededor y el espacio estaba completamente oscuro.
La civilización del Ojo Divino es como un enjambre de langostas. Quién sabe cuántas veces han saqueado… las civilizaciones que los rodean. Wang Baole miró a su alrededor. Había esperado esto, pero aun así no pudo evitar suspirar.
Tendré que ir a algún lugar más lejos… Wang Baole cayó en un silencio contemplativo. Por el rabillo del ojo, pudo ver al burro mirando el interior de la langosta con ojos brillantes. Se lamió los labios incontrolablemente mientras su baba comenzaba a acumularse en el suelo...
El pequeño Wu estaba sentado junto al burro, mirando al vacío. Parecía estar en un estado de fuga. Wang Baole no tenía idea de lo que estaba pensando.