Esta sensación lo puso extremadamente incómodo. Pensó que este sujeto tenía algo siniestro, pero imaginó que eso era todo. Todavía podía soportarlo. Por lo mismo, resopló y fingió ignorar la vergüenza, listo para volver a hablar.
No obstante, antes de que pudiera decir algo, apareció un destello en los ojos de Wang Baole mientras decía:
—Superior, no tiene que molestarse en abrir todo. Si quiere ver lo que ocurre, déjeme ayudarle. ¡Le mostraré todos mis mundos internos!
Wang Baole entrecerró los ojos. Ya había hecho algunas suposiciones antes, y se había percatado vagamente de que el lugar al que fueron movidos él, Zhao Yameng y Zhuo Yifan, el lugar lleno de incontables figuras, era la tierra de la herencia del Palacio Dao de la Expansión Vasta.