La entrada de ese hombre celestial hizo que el pabellón presidencial entero se quedara en silencio. Las miles de personas sintieron simultáneamente el aura imponente que exudaba, y empezaron a estremecerse en su interior de forma inconsciente, inclinando sus cabezas.
Parte de eso se debía a su autoridad y estatus, y en parte también se debía a su cultivación. Ya sea debido a su posición como el hombre más fuerte de la Federación, como el único empuñador de un Armamento Divino o como el presidente, el hombre de túnica blanca que caminaba era el centro de la atención de todo el mundo, y brillaba como el sol.
Las Cien Semillas elegidas se agitaron bajo la presión, y sus emociones surgieron como olas. Se sintieron como un solitario bote en un océano enardecido. Un miedo y sobrecogimiento natural emergieron dentro de ellos.