—¿Un ojo? —Las pupilas de Zhuo Yifan se comprimieron mientras miraba hacia la tierra de la herencia. Wang Baole parecía estar sumido en sus pensamientos. Creía que, basándose en las descripciones de Zhao Yameng, ¡la región realmente parecía un ojo!
—Eso es... enorme... —murmuró Wang Baole, y estaba por decir algo cuando una voz calmada y familiar que no había escuchado en mucho tiempo sonó en su mente.
—Esta señorita tiene buenas habilidades de observación, solo es más lenta que yo en un setenta por ciento. Ella debe ser el cuerpo espiritual número uno sin precedentes en la civilización de tu Federación.
La Pequeña Señorita habló despreocupada. Wang Baole ignoró su tono, y su mente se llenó de sorpresa.
—Finalmente has despertado, Pequeña Señorita. Zhao Yameng solo es el cuerpo espiritual número uno en la Federación, pero tú, Pequeña Señorita, ¡eres la número uno de la élite! ¡Hace mucho que no escucho tu voz, te extrañe mucho!