Algunos murieron, otros se rindieron, y otros continuaron con su persecución. El fulgor de la fuente de Espíritu Qi en Wang Baole sobrepasaba la definición y el concepto de una antorcha: era como un volcán ardiente. Cada cultivador a un radio de tres mil kilómetros lo sentía de inmediato.
En especial, aquellos a mil quinientos kilómetros, se agitaban y emocionaban al instante luego de sentir la fuente de Espíritu Qi. Incluso aunque sabían que quizá todo sería para nada, la codicia en sus corazones y el rayo más pequeño de posibilidad aun así los hacía abalanzarse hacia la ubicación de la fuente espiritual.
La Secta Atardecer Galáctico, por ejemplo, tenía de setenta a ochenta discípulos dentro del radio. Se dispersaron a través del área y en sus cazas individuales dentro del mundo de Luna Mística. Sin embargo, en ese momento, un brillo helado destelló a través de sus ojos. Empezaron a abalanzarse hacia la misma ubicación.
