Mientras que las dos partes estaban en desacuerdo, el pequeño anciano repentinamente dio un paso adelante y se paró entre Li Yao y la cultivadora inmortal femenina. Se apretó las sienes, se quitó la cubierta facial y el casco y reveló una cara llena de arrugas.
Era bastante extraño que, si bien la primera impresión de Li Yao sobre el anciano era la astucia, si no la astucia, cuando observaba al anciano a corta distancia, parecía que un brillo suave emanaba de cada poro de su cuerpo en este momento, haciéndolo parecer amable, benevolente y confiable.
Sus ojos eran casi transparentes, y su rostro era cálido, cariñoso y se mezclaba con el placer de encontrarse con compatriotas en medio de la nada mientras observaba las pupilas de Li Yao y parecía perforar su cerebro. ¡Este es un experto en guerra mental!
