Guo Chunfeng se quedó estupefacto. Su boca se abrió lentamente, cada diente emitió un brillo increíble. La brillantez se reunió y se convirtió en una simple pregunta.
—¿Provocación?
—Sí —admitió Lu Zui con una sonrisa.
—Para lidiar con una mujer a la que los demonios conocen como 'Tiranosaurio ardiente', ¿existe un enfoque más efectivo que la provocación?
Guo Chunfeng cerró la boca con fuerza. Estrechando sus ojos, dijo fríamente:
—Le diré. Ella es mi amiga. No te dejaré engañarla así.
—No importa.
Lu Zui parecía haberse agotado después de desconcertar a Ding Lingdang. Como una antorcha que había sido quemada, su espalda estaba más encorvada, y las manchas negras cubrían lentamente todo su cuerpo, convirtiéndose en gas negro y fluyendo hacia su cabeza.