Lu Zui era como un jugador que había apostado todas sus pertenencias solo para perder todo. Todas sus emociones aparte de la frustración y la desesperación habían fluido fuera de su cuerpo. Lo único que quedaba era una cáscara vacía que respondía mecánicamente a las preguntas de Guo Chunfeng. Sin embargo, detrás de la frustración y la desesperación, Li Yao vagamente percibió un indicio de tranquilidad.
¡No la tranquilidad de la tristeza y el abandono de todo, sino la tranquilidad de esperar antes de la llegada de una tormenta!