Tres días más tarde, en el límite noroeste del territorio de la Tribu de los osos furiosos, junto a un valle zigzagueante…
Cientos de años atrás, solía haber un río corriente en este lugar, pero se había secado hace mucho tiempo debido al cambio climático. El lecho del río, infiltrado por las vetas madre subterráneas, era rojo como la sangre. Mirando desde lejos, un río carmesí parecía fluir lentamente.
Los cientos de kilómetros cuadrados cercanos estaban deshabitados, pero sonidos extraños retumbaban en una mina abandonada. Los densos sonidos parecían sugerir que un tornado estaba azotando la cueva, o que dos bestias primitivas luchaban entre sí en las profundidades de la mina.