Se dibujó un conjunto de glifos de reconocimiento facial en la puerta de la cabina. Una luz roja barrió la cara de Li Yao, sonando dos veces con sonidos de «Beep Beep».
Con un «clic», la puerta de la cabina se abrió. La habitación en el interior era muy simple y sencilla; solo había una cama y un baño pequeño. Ni siquiera había un escritorio en ningún lado. Li Yao realmente sabía que este era un tratamiento especial que se les daba. En un acorazado de cristal, solo los oficiales pueden disfrutar los beneficios de tener una habitación personal.
El marinero promedio alistado vivía en habitaciones para cuatro personas, seis personas o incluso ocho personas. Li Yao creció en el cementerio de artefactos. Pudo dormir perfectamente bien incluso en una pila de basura. El ambiente aquí era lujoso en su opinión. Entró con grandes zancadas, arrojó su equipaje a la esquina y se estrelló ferozmente contra la cama, dejando escapar un sonido de satisfacción.
