En lo profundo de la base secreta en la Isla del Esqueleto, dentro de una cámara secreta que estaba llena de obsidiana y con patrones glamorosos tallados en las cuatro paredes, Yuchi Ba, quien acababa de reclutar un grupo de nuevos guerreros, apareció solo.
La desobediencia y el aura intimidante a su alrededor estaban ocultos. La reverencia estaba escrita en toda su cara. Estaba solo dentro de la cámara secreta, pero había un agujero sin fondo delante de él que parecía estar conduciendo al corazón del planeta.
Alrededor del agujero había círculos de rayas complicadas. Yuchi Ba abarca las franjas como si fueran un bloqueo de contraseña. Entonces, un clic hizo eco en algún lugar profundo en el suelo.
Un momento después, un chorro de humo ligeramente rojo emergió del agujero y flotó en el aire, condensándose en una sombra borrosa. Una voz oscura salió del humo.
—¿Todavía no hay noticias sobre la Divina Sangre del Caos?