En la sala estéril, el interrogatorio continuaba. El hombre de cicatriz sonrió.
—Excelente. Anciano Primavera Abisal, eres muy cooperativo. Si trabajamos así un poco más, nunca más volverás a sufrir ese tormento. La última pregunta. ¿Quién es abismo? Dime la respuesta, y puedes morir.
Las ondas cerebrales del Anciano Primavera Abisal se irritaron repentinamente en docenas de rayos de luz. Él rugió:
—No hay Abismo. ¡No hay uno! ¡¿Por qué nunca lo crees?!
El hombre con cicatrices lo miró con frialdad durante un rato y le dijo a su asistente:
—Inyecte "Excitador de Cerebro" en su cabeza a tres veces la dosis normal para magnificar sus sentidos. Además, inyecte el veneno de las medusas de oro en cinco veces la dosis normal. Asegurar su actividad de las células cerebrales con descarga eléctrica.
¡Zi! ¡Z! ¡Zi!
