A las 10:42 p.m. el 12 de mayo…
Las trayectorias de los tres satélites del planeta demonio de sangre se acercaban cada vez más. Bajo la influencia mutua de sus fuerzas de atracción, las trayectorias se deformaron lentamente y dibujaron curvas extrañas como si fueran manipuladas por una mano gigante invisible. Estaban a punto de golpearse el uno al otro.
Los tres satélites estaban tan cerca el uno del otro que sus superficies habían sido destrozadas. Las rocas tremendas y las minas de cristal se elevaron en el cielo, volaron y se lanzaron hacia los otros dos satélites, como las llamas agotadoras. De los otros dos satélites, una gran masa de materiales escapaba también, y volaba hacia el satélite, uniéndose como ríos.