Después de exclamar, echaron una mirada excepcionalmente dudosa a Mogensha. Incluso el erguido Reef adoptó una indecible desdicha en su expresión.
El hermano Negro ya no podía mantener la calma, ya que su cigarro encendido se rompió por el crujido de sus dientes. La sangre corría por todo su cuerpo, causando que su cara se pusiera al instante al rojo vivo. Sin embargo, el tono de su piel actuaba como un camuflaje perfecto y no se notaba ningún cambio en su tez. Excepto... sus dientes rechinando que traicionaron sus emociones internas.
—¡¡¡Mi... &@#!$@!#!!!!
Todos podían anticipar la inminente erupción del hermano Negro, incluso los pandilleros. Después de todo, ya estaban acostumbrados a los fetiches de su señor del crimen Biyombo.