Cuando la gente fue testigo de que Wentian Qin le pasaba el cuadro a Rou Mu no pudieron reprimir un suspiro silencioso. Ese chico estaba dispuesto a desprenderse del cuadro. No pudieron evitar tener envidia de Rou Mu.
Por supuesto, esto demostró que lo que había dicho antes era verdad. Su cuadro de la Inscripción Divina era algo que había creado él. Si no, ¿por qué iba a estar dispuesto a darlo como regalo?
—Una buena muchacha nació en el sino del Clan Mu —una figura anciana le sonrió a Rou Mu. Al darse cuenta de su presencia, Rou Mu notó que le daba un vuelco el corazón sin querer de la sorpresa. Esta persona poseía un estatus extraordinario en la Capital Real.
Y no solo él, muchos de los que habían venido hoy procedían de familias de prestigio. Había algunos que Inscripcionistas Divinos de tercer nivel mezclados entre la multitud.