—¡Wentian gege!
La voz suave y nítida sonó en el oído de Qin Wentian e impregnó el vacío de su corazón, haciendo que el tiempo se detuviera momentáneamente.
Los rostros atónitos de los espectadores indicaban que todos estaban aturdidos por lo que veían. El practicante de las tiránicas artes diabólicas era en realidad una doncella; esto ya era motivo suficiente para que se quedaran atónitos. Pero lo que era aún más sorprendente era que la practicante era en realidad una joven y hermosa doncella.
Y lo que es más sorprendente, ella conocía a Qin Wentian, y su relación era tan estrecha que hasta le llamaban Wentian gege.
Las lágrimas en el rabillo de los ojos de la niña, así como la sonrisa grabada en sus labios, brillando con su sangre, contenían una belleza conmovedora. Los espectadores no entendieron, ya que la doncella de túnica negra estaba tan cerca de Qin Wentian, ¿por qué hizo todo eso en primer lugar?