Regrese a mi trabajo y no pare hasta la hora que era mi turno de descansar. Fui a ver cómo estaba Hércules y para mi sorpresa él me esperaba sentado en la camilla donde lo habían dejado hasta que el suero se terminará.
Le sonreí y le guiñe el ojo, tomándole el pelo descaradamente.
Él pensó que me veía demasiado sexy para mi propio bien, en el uniforme de enfermera. Ahora su libido había subido un poco de nivel.
Le besé la frente y me despedí, aún mi turno no había terminado y por lo tanto debía volver al trabajo.
Fui a revisar el bebe de Ivanhoe y controle de que todo estuviera bajo control. Le di indicaciones a otra enfermera de que llamará al pediatra para que hiciera los controles requeridos y me fui a ver como seguía la madre.
Ella tenía los ojos cerrados cuando entré a la habitación. Controle su presión sanguínea, la saturación de oxígeno y su pulso. No note nada raro, pero tenía una horrible sensación que se había instalado en mi estómago. Por lo que le abrí los ojos y con la ayuda de una linterna, vi como sus ojos agata reaccionaban.
Llame al neurocirujano de turno y le informe sobre la situación.
Me dijo que tenía buenos reflejos y la mandaron a hacer un par de exámenes para saber cómo debían proseguir.
Vi mi reloj de pulsera y vi que ya era la hora de que mi turno terminará.
Tuve una llamada en el busca y se trataba de una emergencia. Fui a urgencias y ahí descubrí que hubo un accidente y entre las víctimas de ese accidente, había una embarazada.
No sabía si estaba consciente cuando la examiné, pero lo que me jugaba en contra era que ella ya había entrado en parto.
Llame a la obstetra de turno y le comunique la situación, pero era la misma zorra que no deseaba ayudar a una enfermera. Por lo que reserve un quirofano y procedí a hacer una cesárea.
El jefe de esa doctora, al enterarse de lo sucedido, la despidió y no le dio una carta de recomendación para que pudiera encontrar otro trabajo. Rápidamente fue al quirofano a hacerse cargo de la situación. Pero se encontró con la novedad de que ya no era necesario. Ya había sacado al bebé, salvándolo a él y a su madre.
Volvió a ofrecerme la recomendación de ir a la facultad de medicina y yo acepte.
Ya no me hacía la pregunta de quién era. Ya tenía la respuesta.