—¡Hemos regresado! —Dorian sonrió mientras miraba alrededor de la habitación conocida, con los ojos brillantes. Su sonrisa se desvaneció ligeramente mientras miraba los diversos pilares que sostenían el techo.
Todos ellos se estaban desmoronando y agrietando, la apariencia prístina que habían tenido antes no se veía por ninguna parte.
«Debo haberlos dañado al romper las últimas cadenas que pude romper, incluso si esta área es aún una zona muerta».
Se dio cuenta, asintiendo ligeramente con la cabeza.
«Eh... ¿esta es la antigua sala del trono de Karsos?»
Una voz resonó en la mente de Dorian, sintiéndose como si estuviera justo detrás de él.
—¡Guau! —Dorian se dio la vuelta, con los ojos muy abiertos mientras miraba fijamente a quien hablaba.
—¿Kaladin? ¿Qué eres exactamente ahora? —parpadeó.
