—¿Quién?
El señor de la ciudad del Fuerte Sutner miró a su subordinado con sorpresa y un poco de disgusto. El hombre era uno de los guardias locales de la ciudad, pero debería estar al tanto que no podía irrumpir en el castillo central sin la debida autorización, a menos que fuera una emergencia. Tendría que reprender a los guardias del castillo después de esto.
—¡El famoso maestro de espada el señor Iñigo Montoya, señor! ¡La sombra negra de siete cuchillas! —el guardia jadeó mientras recuperaba el aliento, su cuerpo estaba agitado por el esfuerzo.
El señor Gabito entornó los ojos. No reconoció el nombre, pero para que el guerrero tenga ese título, debía ser alguien importante.
—Maldición. ¿Por qué aparecen tantas figuras irritantes ahora? —el señor de la ciudad se quejó por lo bajo, frotándose los ojos con frustración mientras miraba a los dos magos de la Iglesia de la Luz.