Había llegado el amanecer.
Como una anomalía, Dorian en realidad no necesitaba mucho descanso. No estaba muy seguro de cómo funcionaba, pero solo necesitaba dormir si estaba físicamente agotado de energía, o si necesitaba relajarse y refrescar su mente del estrés.
Esto le permitía concentrarse únicamente en tratar de comprender más acerca de la ley de la Ira, para absorber la mayor cantidad de energía posible en su alma.
Su comprensión de cómo funcionan las leyes era bastante incompleta en este momento. Todo lo que sabía era que podía, en su forma de vampiro de la Ira, sentir este tipo de energía que lo rodeaba en el aire, y que, al enfocarse en esa energía, parte de ésta se absorbía en su alma, haciéndolo más fuerte.
«Tengo que aprender más sobre las leyes», pensó Dorian, frotándose el mentón. Simplemente no tenía el conocimiento suficiente.