—¡Mañana al mediodía, lo tengo! —Dorian sonrió mientras salía de la sede cercana al muelle de la compañía de viajes Skycrosser, sus pasos estaban llenos de alegría.
Acababa de conseguir una reserva para abordar uno de los navíos voladores que estarían cruzando el enorme océano entre este continente y Pashal. La distancia era significativa, más de mil millas en total.
Podría volar allí por su cuenta, si quisiera, en su forma de águila del sol. Sin embargo, Dorian no quería arriesgarse a volar una distancia tan larga, especialmente cuando podría perderse. Nunca había viajado una distancia tan larga por aire o por mar, y sentía que era más sabio simplemente esperar un día y tomar uno de los barcos mágicos que viajaban.