Una poderosa rabia inundó la mente de Dorian, una ira ardiente e incontrolable. Su cuerpo terminó su crecimiento expansivo, su forma completamente crecida de berserker temblaba. Esta forma nueva era inestable, pero muy poderosa físicamente.
«Condensar». Si bien su mente había sido destrozada, tanto por la ira como por los miles de recuerdos que pululaban en su cabeza, Dorian no dejó de lado la importancia de la situación que tenía que abordar en ese mismo instante.
De inmediato, su corpulenta forma de demonio berserker de ocho brazos se encogió hacia adentro, su cuerpo entero estaba transformándose.
Una transformación mágica tuvo lugar.
Sus ocho brazos se combaron hacia adentro, condensándose en un solo par. Su forma física completa se encogió de tamaño, a unos simples dos metros, una altura normal para un humanoide. Una pequeña llama ardiente brotó de su espalda, y dos largos y puntiagudos cuernos negros aparecieron, justo arriba de su frente.