Dorian fue recibido por un muro blanco.
Nieve blanca y brillante, azotada alrededor por los vientos feroces fue lanzada hacia él y a todo lo que estaba a sus alrededores. El aire frío, terriblemente frío lo golpeó, haciéndolo temblar incluso en su forma ifrit. Su aliento se congelaba en el momento en el que dejaba su boca, transformándose no solo en niebla blanca, sino que directamente en hielo.
—KEEEEEEEE
La tormenta de nieve hizo eco con un extraño e irritante chirrido, constantemente resonando en el ambiente.
Sonrió, disfrutando de la experiencia única, aun en su incomodidad.
Internamente, Dorian avivó la energía de fuego y la energía vital latentes en sus venas. Las pequeñas llamas que quemaban permanentemente en sus codos, rodillas y en su cabeza se volvieron más feroces, forzando una corriente de calor a su alrededor.
—Muéstrame mi estatus.
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Dorian – Estado del alma