Dorian levantó sus manos, mirando a la interminable roca blanca que se extendía en la distancia.
Según Ausra, este mundo estaba bajo su control. No le dio más detalles, pero había adquirido una comprensión innata de lo que eso significaba.
Miró con detenimiento el suelo de piedra frente a él, y mentalmente quiso que la roca se levantara.
De inmediato, un pequeño pilar de piedra de dos metros de altura se alzó en el aire, casi tan ancho como la longitud de un brazo. Tenía el mismo color blanco liso como casi todo lo demás.
«Ooh» pensó Dorian al sentir el extraño movimiento Se sentía como si estuviera controlando un bucle de energía, y que al desear que esa energía se moviera, era capaz de cambiar el paisaje a su alrededor.
—¡Eh! ¡ha!—refunfuñó en voz alta mientras agitaba las manos, causando que se alzaran dos pilares más.
Sonrió, y luego miró hacia su izquierda, hacia el espacio vacío.