Gerulf se estrelló contra el suelo, agrietando el hielo cuando aterrizó. Las pieles de cuero blanco que cubrían su cuerpo estaban brillando, su aguda aura se envolvía alrededor de él como una lanza puntiaguda.
—¡Siegfried! —vociferó, arremetiendo hacia la burbuja de acero que cubrió a su camarada y a Jasper.
Apenas captó algunos movimientos apresurados cuando sus objetivos huyeron dentro de la Fortaleza de hielo, la puerta se cerró de golpe detrás de ellos.
En solo fracciones de segundos se precipitó rápidamente hacia las columnas de acero deformados, su pecho estaba agitado por el esfuerzo.