—Reconstrucción del cuerpo completa.
Dorian sintió que sus ojos temblaban cuando dejó el espacio de evolución en su mente, con luces destellantes que lo cegaron. Una sensación de pesadez se hundió en su cabeza, como si acabara de comprender una gran cantidad de información.
Parpadeó, mirando cuidadosamente alrededor.
El mundo que lo rodeaba parecía haberse transformado.
Los colores de los altos y frondosos árboles verdes eran más ricos, los sonidos del bosque rebosante de vida eran más fuertes, el fresco aroma de lo salvaje era más fuerte. El mundo alrededor de él se había vuelto más hermoso, más potente, más pleno.
Sin embargo, algo era extraño. La perspectiva desde la que veía el mundo… parecía estar un poco fuera de lugar. Los árboles altos que había estado mirando parecían haber crecido enormes. Giró su cabeza de un lado a otro, mirando a su alrededor confundido. Repentinamente, miró abajo hacia su cuerpo y se dio cuenta.
No era el bosque lo que había crecido. ¡Era él quien se había encogido! Su cuerpo se había transformado en el de un lagarto pequeño de escamas verdes, con un par de alas diminutas. Tenía una piel escamosa de cuero que brillaba de un color oscuro, extremadamente llamativo a la vista. Tenía alrededor de medio metro de largo, con una cara adorable y garras pequeñas. Sus ojos brillaban de un color gris oscuro, llenos de una luz misteriosa.
-Dragón myyr – Etapa de crecimiento: (1/4) myyr recién eclosionado. Progreso de crecimiento – 2.313/2.000.
Examinó su estado, mirándolo en su cabeza. Mientras lo leía, se percató de que su progreso de crecimiento había excedido el valor necesario. También notó que el valor requerido era mucho más grande que lo que necesitaba la salamandra roja.
—¿Ausra? ¿Por qué no he evolucionado a la segunda etapa de crecimiento? —preguntó.
—Después de evolucionar, tu alma requiere de un periodo corto para adaptarse a una nueva forma. Tu alma está actualmente en la etapa de la clase Caelum. Por lo tanto, necesitarás de aproximadamente 30 horas para que tu cuerpo se adapte completamente a esta forma. Mientras más fuerte sea tu alma, menor será el periodo de adaptación —respondió Ausra, fría y concisa.—. Después de que tu alma se haya adaptado, puedes cambiar libremente entre cualquier forma de la que hayas evolucionado previamente, y tu forma actual —continuó la genio.
Dorian se lamió los labios. Su lengua era mucho más larga que la que tenía cuando era una salamandra roja.
—Gracias Ausra —respondió, encogiéndose de hombros mentalmente. Parecía que tendría que esperar. Caminó hacia un árbol, y lo golpeó varias veces.
Sus garras fácilmente lo atravesaron. Sin embargo, sólo con la fuerza física de su cuerpo, era incapaz de romper el árbol como cuando era una salamandra roja mayor. Si se esforzaba, podía partirlo, pero estuvo cerca.
Aunque su matriz había alcanzado la clase Caelum, no podía compensar las limitaciones de su cuerpo por completo.
—Ausra, ¿en qué clase estoy justo ahora? —preguntó mentalmente al genio en su matriz de hechizos del alma.
—Los dragones myyr tienen cuatro etapas de crecimiento distintas. Un myyr recién eclosionado normalmente está en la clase Mortal. No obstante, con tu matriz de clase Caelum fortaleciendo tu forma física, actualmente eres una bestia de clase Terra. Una vez que alcances la segunda etapa de crecimiento, deberías convertirte en una bestia de clase Caelum completamente desarrollada —respondió Ausra.
—De acuerdo.
Se encogió de hombros. Parecía que no había nada que pudiera hacer por ahora. Realmente sólo tendría que esperar las treinta horas. Bueno, había una cosa que podía hacer. Sus ojos brillaron. Todavía podía cazar y absorber más energía para elevar su progreso de crecimiento.
..
—Lord Henry—. Hadrion hizo un gesto de reconocimiento al hombre delante de él cuando se dirigía a él por su título de clase, con una voz ligeramente respetuosa. Un cúmulo de energía negra flotaba alrededor de su cabeza, tomando vagamente la forma de un halo mientras hablaba.
—Lord Hadrion. He oído hablar mucho de sus hazañas heroicas en los mundos de Mesor, Numel y Tolantis. Permíteme preguntar, ¿Qué le ha traído a Hasnorth? ¿Y aquí, a mi humilde reino?
Un hombre mayor que vestía un costoso conjunto de túnicas de seda y encaje negro estaba sentado en un trono, mirando al mago frente a él. Un sentido de autoridad poderoso cayó de su lengua mientras hablaba, con sus arrugados ojos brillando. Tenía el cabello corto y blanco, y una barba blanca muy larga que se sumaba a su apariencia majestuosa. Descansaba sobre su frente una corona azul que brillaba que parecía estar hecha de agua.
Este era el mago de clase Dominus, Henry Mallion, el monarca del imperio del río Obsidia. Su voz equilibraba su respeto por el joven talento que tenía enfrente con un sentido de fuerza propio de su edad, experiencia y poder.
El trono estaba colocado en un gran salón, donde varias docenas de pilares brillantes elaborados de algún tipo de roca azul sostenían un techo magníficamente pintado, con la imagen visible de un río enorme que atravesaba las montañas. El salón había sido despejado para Hadrion cuando llegó. Sólo él, algunos de sus subordinados y los magos del Departamento del destino con los que se había agrupado, así como unos cuantos ancianos que estaban de pie cerca del hombre que estaba sentado en el trono.
—Hablaré sin rodeos —la voz de Hadrion era ruda mientras hablaba, como si no acostumbrara a interactuar con otras personas—. Su alteza, el rey Telmon ha dado instrucciones a todos los departamentos para investigar señales anómalas en el destino que han aparecido en varias ubicaciones. Una de esas anomalías apareció aquí en Hasnorth—. Hadrion agitó su mano detrás suyo, a una mujer de rostro liso que estaba de pie con algunas figuras vestidas con túnicas azules. Era Larah Consta, una hechicera de clase Magnus Magister que estudiaba magia del destino.
Larah asintió levemente con la cabeza, respondiendo.
—El Departamento del Destino ha identificado las ocurrencias en Hasnorth hacia la localidad occidental de su Imperio.
El monarca del imperio del río Obsidia parpadeó, sus ojos se abrieron un poco más. Si esta era una orden del rey mago Telmon… esto no era en absoluto algo que su imperio pudiera permitirse rechazar.
—Nosotros, por supuesto, cooperaremos con su alteza Telmon —dijo el gobernante del imperio del río Obsidia, con un ligero indicio de conmoción. Detrás de él, varios hombres ancianos vestidos con túnicas estaban impresionados en ese momento, mirando boquiabiertos a Hadrion. Vagamente, Hadrion pudo distinguir que todos ellos eran magos dignamente poderosos, al menos de clase Magnus Magister. No estaba mal para un reino aleatorio en un mundo menor.
Hadrion asintió, sin esperar nada menos. Un reino en un mundo menor como Hasnorth no se atrevería a ignorar la palabra del rey mago. Se giró para mirar a Larah detrás de él.
Larah dio un paso adelante, con ojos tranquilos.
—Después de consultar con Destino, hemos elaborado un plan que nos gustaría implementar. Aquí tenemos nueve magos del destino de clase Magister que comenzarán de inmediato con las predicciones para localizar las áreas afectadas por el destino. Sin embargo, debido a la naturaleza general de leer el destino, nos gustaría pedirles su cooperación para expandir una red de búsqueda, y el despliegue de equipos de magos para contener la anomalía…
..
—Ssaauurrrr —la voz de Dorian era áspera, sibilante y casi incomprensible cuando se sentó en una roca, mirando hacia un atardecer distante.
—Saaooouuuurrr. Soouuwwwrrr. Sooouuurre. Soouur. Sour. Sour —balbuceó Dorian, jugando con una palabra en su boca, tratando de decirla correctamente. Sonrió triunfalmente cuando consiguió que la palabra sonara clara.
—Esa fruta era áácidaaa —murmuró, con su diminuta forma dracónica girándose para mirar hacia una hierba mágica casi por completo devorada que yacía junto a él.
Había sido un día plagado de acontecimientos. Después de transformarse en un myyr recién eclosionado, había decidido ir a cazar bestias para absorber, tratando de obtener más energía para almacenar.
Ya había despejado una parte grande del bosque en el que había aparecido, así que había tomado la decisión de marcharse de allí, y viajar de regreso a las montañas. El ciervo de montaña que había visto antes le parecía muy apetecible en su forma de dragón.
En términos de velocidad, como un polluelo myyr era mucho más rápido que cuando había sido una salamandra roja mayor. Era capaz de moverse hábilmente por el bosque, saltando de rama en rama.
Antes de que lograra dominar ese estilo de movimiento, había estrellado su cara en varias ramas, e incluso en una ocasión contra el tronco de un árbol. Sin embargo, una vez que practicó lo suficiente, logró retomar un modo de andar natural.
Desafortunadamente, cuando llegó a las montañas, las únicas bestias con las que se encontró fueron una manada de bueyes de hierro desplazándose a través del valle, y un enorme simio de pelo azul que se desplomó y se fue corriendo de la montaña, huyendo hacia el bosque.
Aún no tenía mucho interés en intentar pelear contra una manada entera de bestias poderosas, y el Simio de pelo azul era una bestia de clase Magister, que según Ausra, lo aplastaría en una pelea.
Afortunadamente, se había encontrado con una cebolla azul dulce en el camino, otro tipo de hierba mágica que sumaba una pequeña cantidad de energía a su almacenamiento, además de alimentarlo.
Había regresado hasta el centro de las montañas, al valle entre las dos cumbres destrozadas. Actualmente estaba sentado en un afloramiento rocoso al azar en medio de esas cumbres destrozadas, mirando melancólicamente al atardecer.
—Maaaaadraaa. Madddrreee. Maddrreeee. Madree. Madre —murmuró suavemente, con su voz tranquila. Los dragones myyr, como la mayoría de las bestias dracónicas en los 30.000 mundos, tenían la habilidad de comunicarse. Sin embargo, requería un poco de práctica.
—Paddreee. Padre —suspiró. Su corazón se sentía pesado de pronto. Mientras pensaba en su madre y su padre, los recuerdos que había suprimido desde que llegó a este extraño mundo comenzaron a inundar su mente.
Los recuerdos de su vida anterior aparecieron rápidamente delante de él. Su infancia, creciendo como hijo único de dos padres cariñosos. Sus mejores amigos Jessica, Phillip y Tom. Sus novias y amantes pasadas. Afortunadamente estaba soltero cuando pasó a este mundo, pero aún estaba afligido por el dolor que debían sentir sus padres.
Se preguntó si volvería a verlos de nuevo. Dorian permaneció en silencio mientras contemplaba el sol moribundo, con los ojos brillantes.
Nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Lamentó no haber le dicho a sus padres que los amaba, sólo una vez más. Se arrepintió de no haber tomado esa oportunidad, y pedirle salir a la chica de sus sueños. Se arrepintió de no haber terminado sus metas, de obtener su título final, de ponerse en forma.
Mientras yacía en esa roca desierta, unas lágrimas comenzaron a caer por su rostro. Se meció hacia adelante y hacia atrás, acurrucándose ligeramente con sus pequeñas garras aferrándose a sus escamas color esmeralda.
Una brisa susurró al pasar por el valle vacío mientras la luz del día penumbrosa pasaba, y los zarcillos de la noche se revelaban lentamente. Los ecos caóticos del bosque comenzaron a desvanecerse, el mundo se transformó en un laberinto abandonado de oscuridad, un inquietante reflejo de lo que una vez fue el día completo.
Dejando solo a un dragón pequeño y de escamas verdes, contemplando un cielo vasto y vacío.
Dorian suspiró de nuevo, cerrando los ojos. Tomó varias respiraciones profundas e irregulares, sacudiendo las lágrimas de su cabeza. Al abrir los ojos de nuevo, una potente y fascinante luz los estaba llenando. ¿De qué servía estar allí, lamentándose del pasado? Morar en los arrepentimientos era un camino de daño, peligro y muerte. No podía cambiar lo que ya estaba hecho. Por lo que él sabía, no había vuelta atrás. El Dorian de ese mundo había muerto. Todavía era Dorian, pero un Dorian que nació de nuevo. En esta vida, no tendría que arrepentirse. Sin embargo, viviría al máximo, como sea y donde sea que eso le lleve. La vida era demasiado preciosa para preocuparse de lo contrario
Asintió con su cabeza y sacudió sus diminutas alas, sus ojos se agudizaron al voltearse, descendiendo la montaña hacia la pequeña cueva que había descubierto antes, y se dirigió a descansar.