—¡¿Qué… qué?! —se apartó del diario y cayó de rodillas en estado de shock. El mundo a su alrededor parecía estar terminándose mientras se aferraba a su cabeza, con su cuerpo temblando—. Yo... ¿soy Yukeli? ¡¿Qué?! —farfulló en voz alta.
Ruido sordo
Mientras hablaba, la entrada a esta habitación que previamente había sido cerrada se abrió de un fuerte golpe, revelando un largo pasillo de piedra.
En su mente, varias cosas de repente se le hicieron claras. La razón por la que había mantenido sus recuerdos intactos. La razón por la cual Yukeli era capaz de crear una habilidad al combinar sus otras habilidades, algo que es increíblemente complejo y requiere un conocimiento intenso de la propia alma para hacerse.
La razón por la que Yukeli podía controlar su cuerpo sin sufrir discordancia. Después de todo, un alma solo podría habitar un cuerpo si ese cuerpo y alma coincidían perfectamente.
Diminutas, pequeñas cosas que todas sumaban.