—¡Viejo Maestro Devorador de los Cielos, maldito cabronazo! ¡Y pensar que ni siquiera me dejarías hacerte pedazos para matarte!
Lin Fan estaba enfurecido en ese momento. Quién sabía cuántas neuronas había destruido con el fin de planificar todo. Y sin embargo, ese Viejo Maestro Devorador de los Cielos... ¡Buen trabajo! ¡En solo esa fracción de milésima de segundo, solo ese lapso de tiempo y esos malditos puntos de experiencia se habían escapado del alcance de sus manos!
¡Fue algo muy doloroso! Lin Fan nunca había sentido un dolor semejante.
Ahora que dos de los siete poderosos seres supremos ya estaban muertos, solo quedaban cinco con vida. Si los cinco murieran así de fácil, Lin Fan hasta albergaría pensamientos de cometer suicidio.
Pero Lin Fan se dio cuenta de que todo estaba lejos de lo que había imaginado que sería.