Dentro de la Ciudad Imperial...
El Príncipe Heredero fue despojado de su ropa y estaba tendido en la cama en ese momento.
—¡Argh! ¡El dolor me está matando!
El Príncipe Heredero estaba gimiendo sin cesar. Su espalda estaba llena de marcas rojas. A pesar de que su piel no estaba rasgada, el dolor lo atormentaba de todas formas.
—Príncipe Heredero, las píldoras están aquí —un Maestro del Refinado de Píldoras se acercó deprisa mientras sostenía un elixir.
El estado de cultivo del Príncipe Heredero no era débil. Si se tratara de heridas comunes, podría haberlas curado con sus propios poderes. No obstante, para gran sorpresa suya, no importaba cuánto hubiera tratado de canalizar sus poderes, ¡no pudo eliminar el dolor en absoluto!
—¡Date prisa...! ¡Date prisa! —El Príncipe Heredero gritó con impaciencia.
En un momento así, solo podía darle una oportunidad al elixir de un Maestro del Refinado de Píldoras.