Esa bochornosa voz de Lin Fan sonó en todo el mundo. ¡Aquello fue una forma de humillación y no era algo que Lin Fan podría haber imaginado!
Al recordar el pasado, Lin Fan había entrenado a innumerables existencias. Cada vez que él empuñaba personalmente el látigo y fustigaba los cuerpos de esos seres poderosos, sentía una inmensa sensación de satisfacción.
No obstante, ¡y pensar que las cosas se habrían revertido y sería él atado para ser entrenado por otra persona en ese momento! Aquello fue algo absolutamente inconcebible para él.
—¡Diosa Demoníaca de la Muerte! ¡Será mejor que no! —Lin Fan gritó a diestra y siniestra. Cada vez que sentía ese látigo de cuero negro humillando su cuerpo una y otra vez, su corazón se llenaba de un inmenso dolor.
En esa hermosa cara de la Diosa Demoníaca de la Muerte había una mirada de emoción que ella estaba manteniendo. Cada latigazo desahogaba una parte de la lujuria en su corazón.