Como decía el dicho: "Uno no debería airear sus sábanas sucias en la calle". El Dios del Dragón Ancestro no quería que ese problema se diera a conocer a demasiados miembros de la Raza del Dragón Colosal.
Necesitaba algo de tiempo para asimilar esa repentina revelación. Después de todo, en su opinión, algo así era inesperado. Como Dios del Dragón Ancestro, ¿cómo podría su propio hijo ser tan feo?
Si por ejemplo tuviera el aspecto de un Fénix, que así fuera. No obstante, la cuestión principal era que estaba MUNDOS APARTE de parecer un Fénix. Si tuviera que parecerse a un Dragón Colosal, que así fuera. Pero de pies a cabeza, ni siquiera tenía un único rasgo en él que se pareciera a un Dragón Colosal.
—¡Cuckcuckoo!
Pollito yacía en el abrazo de aquella mujer y graznó bajo como si estuviera recordando su pasado en ese momento. No obstante, no había olvidado el trato que hizo con su hermano mayor.
«¡Este espectáculo debe continuar!»