—Jeje... Y pensar que alguien se lanzaría directamente a nosotros, ¿eh? —El Quiliarca miró a Lin Fan con un poderío abrumador. Su mirada rebosaba desdén, como si Lin Fan no fuera más que una forma de vida insignificante a sus ojos.
A la aparición de Lin Fan, la esperanza empezó a bullir en los corazones de aquella tribu de la Raza del Dragón.
—¡Señor! ¡Sálvenos, por favor! —Los seres de la Raza del Dragón suplicaron a Lin Fan. A pesar de que no sabían quién era, cualquiera que apareciera en ese momento solo podía significar esperanza para ellos.
—¿Salvaros? ¡JAJA! ¡Este tipo ni siquiera puede salvarse a sí mismo en este momento, y esperáis que él os salve! ¡Seguid soñando! —El Quiliarca de la Raza Ancestral se rio como un maníaco.
Lin Fan fulminó con la mirada a esos seres de la Raza Ancestral con indiferencia. Ya no estaba tan emocionado como lo habría estado en el pasado.