Del interior de los valles montañosos llegaban una serie de voces misteriosas.
Un pequeño equipo de miembros de la Raza Ancestral caminaba por las regiones montañosas. Aquella terrible aura hizo que todas las bestias circundantes temblaran de miedo, escondiéndose de ese grupo de personas.
—¡JAJA! ¡Pensar que en lugar de ese humano apestoso, encontraríamos una aldea en su lugar! —Uno de los imponentes hombres de la Raza Ancestral se carcajeó con sus espantosas facciones. Algo colgaba de sus dedos, algo que había robado de la aldea.
—¡Esa sensación de rebanar a esas hormigas con una sola espada fue emocionante en efecto! Es una pena que sus estados de cultivo fueran demasiado bajos para hacer gran cosa por nosotros —otro de los hombres de la tribu de la Raza Ancestral se rio con frialdad. Para él, masacrar pueblos como aquel era solo otro evento esporádico, justo igual que comer.
