—¿De qué te ríes? ¿Es porque te sientes extremadamente feliz de que acepte ser tu amiga? —Xuan Er miró a Lin Fan con gran esperanza. Los niños también tenían su propio orgullo. Aquello era el estilo propio de Xuan Er de ser tímida.
Lin Fan miró a Xuan Er y al final cedió con una sonrisa mientras acariciaba su cabeza.
—Sí, es cierto. Me gustaría mucho ser tu amigo.
Lin Fan siempre había tenido debilidad por las chiquillas monas, pero claro, aquello no tenía nada que ver con los extraños fetiches de tíos espeluznantes. Era solo que las cosas bellas siempre eran algo digno de admirar en el mundo.
—Jeje... ¡Lo sabía! —Al escuchar la respuesta de Lin Fan, Xuan Er sonrió de inmediato, mientras su cola peluda se arremolinaba detrás de ella también.
—¡Eres mi amigo de ahora en adelante! ¡Puedes llamarme Xuan Er! ¡Y no te preocupes por eso! ¡Siempre te encontraré para jugar, para que no te sientas solo! —Despidiéndose de Lin Fan, Xuan Er salió corriendo.