Lin Fan estaba especialmente conmovido en ese momento. Dio un paso y acarició los hombros de Qu Xiang Ge, lamentando en un tono profundo.
—Oh, Pequeño Qu, puedo entender tu dolor. La verdad es que no había pensado bien las cosas en ese entonces. Pensar que resultaría en tal calamidad para ti.
Como hombre, Lin Fan debía reconocer sus errores naturalmente.
Al ver cómo de melancólico estaba Qu Xiang Ge, la verdad es que no estaría bien que se burlara de ese tipo.
Al principio, Qu Xiang Ge había pensado que aquello estaba condenado a ser su destino por el resto de su vida. No obstante, al ver allí a Lin Fan, su corazón latió con furia.
La idea de enfrentarse con Lin Fan por venganza cruzó su mente. No obstante, lo descartó rápidamente.