—¡Estas chicas de la Secta Xuanjian son realmente hermosas! ¡Incluso esas hermanas sénior de nuestra Secta del Cielo y la Tierra palidecen en comparación con ellas! —Un joven, quien era elegante y encantador, contempló a esas chicas de la Secta Xuanjian que pasaban a su lado con una mirada de júbilo.
—Hermano Huang, ¡eres el discípulo mayor de la Secta del Cielo y la Tierra! Si estás interesado en alguna de ellas, puedes hacérselo saber a tu Padre y que le proponga matrimonio. ¿Qué problema habría con eso? —Otro joven igual de afable estaba observando también a esas discípulas.
—¡JAJA! Hermano Li, tus palabras tienen sentido. Los dos somos jóvenes. No debería ser un problema para nosotros proponer matrimonio a cualquiera y acoger nuestras propias concubinas —Huang Yuanlong se echó a reír.
Ambos procedían de orígenes distinguidos, y ambos eran los jóvenes maestros de grandes sectas. Eran prácticamente los segundos al mando de toda la secta.