Treinta arcas de batalla flotaban con suavidad en los cielos.
Todos esos seres poderosos de las diferentes sectas se quedaron mirando el colosal cuerpo arqueado en las nubes, desconcertados. No sabían cómo empezar sus ataques.
Aquella era la primera vez que habían visto una criatura como esa antes.
Gran demonio ancestral. Aquel era un gobernante de los antiguos.
—¡Señor de los Demonios! ¡Estos ya no son los tiempos ancestrales! ¡No hay razón para que estés despierto actualmente! —Al mirar al gran demonio ancestral, el Gran Maestro Yan de la Secta Santa gritó.