—¡Da... date prisa! ¡Consigue los mejores cocineros de la familia para preparar los platos más fastuosos de todos! —Yao Tian gritó en voz alta bando traspiés desde el cielo tras su vuelo de regreso a la Ciudad Demonio Muerto. Su voz impregnaba las paredes de cada rincón de la Familia Yao.
Yao Tian no había permitido que ninguno de los niños de la familia participara en la expedición a los Mares del Demonio Muerto de esa ocasión. En el momento en que los extraños eventos comenzaron a suceder alrededor de los Mares del Demonio Muerto, Yao Tian tuvo un sentimiento incómodo al respecto.
Como única gobernante de la Ciudad Demonio Muerto, la Familia Yao había preparado a incontables discípulos a lo largo del tiempo. Algunos de esos discípulos eran incluso más fuertes que la propia estirpe de la familia. Por lo tanto, no era necesario que sus hijos se arriesgaran en absoluto.