A Lin Fan no le importaba qué parte del cuerpo contenía el ataúd de piedra. Ahora que se había fusionado con el Brazo Eterno, le daría una paliza a esa cosa de mierda.
Si saliera el brazo izquierdo, le daría una paliza hasta que la enfermedad de Parkinson pareciera una broma.
Si fuera cualquiera de las piernas, la lisiaría tanto que tendría que permanecer en una silla de ruedas de por vida.
¿Si fuera una cabeza? Jeje, ahí sería donde comenzaría la diversión. Colgarlo y golpearlo contra una pared durante tres días y tres noches de forma continuada.
—¡Sal de ahí! ¡Deja de esconderte en el ataúd de piedra y causar toda esta mierda! —Lin Fan rugió con el semblante de un hombre poderoso. Todos los discípulos de las seis sectas fueron vigorizados por ese rugido también. A pesar de que lo que sucedió con anterioridad hizo que se pusieran un poco conflictivos, no pudieron evitar aplaudir a ese hombre en ese momento.
