Secta Santa…
Montaña sin nombre…
Lin Fan se había marchado hacía un par de meses. La Montaña sin nombre, la cual debería haber estado bastante desolada y solitaria, estaba ahora llena de vida. Uno por uno, los discípulos fluyeron de un lado a otro con sonrisas en algunas de sus caras.
—¡Esto es bueno! ¡Pensar que todavía existe algo como esto! ¡Esto es genial! —Un discípulo se detuvo frente a un puesto y miró los objetos en exposición. Sonriendo de oreja a oreja, sacó su dinero para comprarlos.
—¡Hermana Gong! ¡He vendido todos mis Espinos Confitados por allí! —Cai Zhiqiao llevaba su pequeño zurrón con el cachorro de Leona de Nieve en la mano. Ambas tenían algunos dulces pegados en la comisura de la boca.
—Hay más con tu Hermano sénior Zhang. Ve a quitárselos, jaja —y esa joven que estaba ocupada no era otra que Gong Bingye. Estaba recomendando algunos productos de maquillaje y belleza a las discípulas de la montaña Jialan.