El Ser Supremo, Cruel, había descendido. Portando consigo una cantidad ilimitada de poder a su alrededor, el mundo entero tembló bajo él.
El Príncipe de la Alianza del Mal ni siquiera se atrevía a levantar la cabeza en ese momento. Sus ojos estaban llenos únicamente de miedo. Todo lo que podía hacer era arrodillarse en el suelo sin cesar, esperando que el Ser Supremo, Cruel, lo considerara alguien insignificante y lo dejara marchar.
Aunque se encontrara con alguien más fuerte que él, el Príncipe de la Alianza del Mal nunca habría mostrado semejante miedo. No obstante, ese Príncipe de la Alianza del Mal que no tenía miedo de nadie en ese mundo, lo tenía miedo del Ser Supremo de la Raza Ancestral.
El Ser Supremo de la Raza Ancestral nunca se había preocupado ni perdido su tiempo en matar a alguien. Si fuera a matar a alguien, que así fuera. No era necesario negociar.