Una brillante ciudad de demonios se cernía sobre la cabeza del gran demonio ancestral, a medida que todo tipo de vientos astrales y demoníacos brotaban a su alrededor, conformando la ciudad demoníaca perfecta. Al mismo tiempo, había un dios demonio expeliendo encantamientos áureos, junto con un brillo deslumbrante.
Todos esos demonios prisioneros parecían estar inmersos en un mundo propio.
"¡ROAR!"
El Cielo y la Tierra temblaron a medida que las doradas flores de loto impregnaron el mundo, con un aura demoníaca que bañaba la Ciudad Demonio en una presencia divina.
—Soy el gran... —de repente, los ojos del gran demonio ancestral brillaron con intensidad. Aquella mirada aguda fue extremadamente imponente, mientras cogía toda la Ciudad Demonio en sus palmas.
—¡DEMONIO ANCESTRAL!
En el momento en el que gritó esas dos últimas palabras, su gigantesca aura estalló al completo.